La imagen que primero se viene a
nuestra retina con la palabra desierto es de aridez, de planicie y de soledad,
pero no es así en el ámbito cultural iquiqueño, este nombre de fantasía nada tiene de realidad,
solo es una metáfora para identificar el territorio con el hacer escénico en
Tarapacá.
Fueron seis días de muestra de
las producciones locales, de las obras de teatro iquiqueñas: infantiles,
adultas, danza y magia que en un evento en la Sala de Teatro Akana (Ramírez 1263) se mostraron a los
programadores –nuevo rol- invitados venidos
desde Arica a Punta Arenas a ver qué se produce en la ciudad en las artes
escénicas. Así conocer, evaluar y poder
llevar hacia sus ciudades, centros culturales o festivales que allá se realizan
lo que ellos encuentran adecuados a sus propios estándares de calidad y relatos
(Definición de programador). En las sesiones
de trabajo se intercambiaron experiencias
sobre sus financiamientos, de sus realidades regionales, sus producciones, sus
apoyos estatales y privados, retroalimentándose con críticas positivas sobre las
ofertas y la calidad de los montajes a exportar.
Esta vez fueron invitados además dos
diseñadores teatrales, docentes universitarios, quienes luego de las funciones
privadamente conversaban con las compañías y directores sobre los soportes
escénicos de los montajes presentados en cuanto a escenografía, vestuario,
maquillaje e iluminación.
Desierto Escénico también efectuó
un reconocido homenaje a los directores teatrales iquiqueños con mayor
trayectoria en la ciudad, raíces que no deben olvidarse, esa experiencia
recorrida por antecesores que sirve de bálsamo para las nuevas generaciones. De esta manera los programadores tuvieron la
oportunidad de conocer la historia del teatro local, que se complementó con un
bien elaborado documental y el respectivo trofeo que plasma el cariño por sus
“maestros”.