Por Guillermo Ward
Psicólogo,
Dramaturgo, Mg. R.R.H.H.
Miembro de la
Academia Chilena de Bellas Artes[1]
Hace años, para ser más exacto 20 años atrás (1995) escribí
una obra de teatro sobre la problemática de la droga en el norte del país, “Barco a Venus”[2]
en ella presenté a cuatro personajes, uno de ellos era un adolescente,
abandonado por sus padres que le escribía una carta al Viejito Pascuero
pidiéndole regalos y el reencuentro con su familia. En la obra, lo que sale en
escena, es la respuesta del Viejito al niño, la carta que él le responde a
Ignacio, a Nachito…
Por cosas de la vida una joven
asistente social en estos días pre navideños iquiqueños se me acerca y me dice
si puedo apadrinar una Carta de Navidad de algunos de los niños que ella tiene
a su cargo dentro de una institución social. Por supuesto que acepto y al azar sacó una de
ellas. Es de una niña, no sale su edad, pero
calculó no más de nueve años. Lo que escribe en su carta infantil primeramente es ayuda para reencontrarse
con su hermanito y salud para su madre. Posteriormente cuenta que le agrada mucho
la música, que le gustaría un aparato
para escuchar y también un set de maquillaje por que le gusta pintarse.
La letra es de una niña ansiosa que cree en la navidad.
Voy a Zofri, busco por todas
partes hasta que encuentro exactamente
lo que quiere y en el color que le gusta, también el set de maquillajes. Armo
su regalo, le llenó el MP4 con música que se les gusta a los niños de su edad (Reguetón)
y los videos de “Soy Luna” (¿De dónde iba a bajar música y videos?) Le escribo
una carta de respuesta como si fuera el verdadero Viejito Pascuero, diciéndole
que lo más importante en esta fecha no son los regalos si no el amor y respeto
hacia los demás, que si cumple con esto estará siempre con su hermano y su
madre. En la rúbrica le pongo “Felicidades
Nachita” (¿?). Reacciono, algo me pasa, mi memoria vuela, retrocedo, vuelvo 20 años atrás… es el mismo texto ficticio de la obra teatral,
que ahora escribo de realidad, hasta coincide con el mismo nombre del niño. Un
dejavú.
Entregó el regalo a la Asistente
Social. A los días me llega por wasap
una foto de la niña, una hermosa niña muy alegre con su regalo en las manos. Y
un texto escrito por su tutora: “Ella es Ignacia,
saltaba de alegría. Te mandó una carta de vuelta. Muchas gracias. Ella vive en la residencia XX (Omito su nombre
por razones obvias) y no tiene a nadie. Se la trajeron del sur para comercio
sexual y terminó en la Residencia, pero es una niña que pese a todo es muy
feliz”. Nuevamente me estremecí, ¿una
niña de 9 años?. Al otro día recibo su carta de respuesta “Viejito Pascuero te quiero decir muchas
gracias por el regalito. Yo siempre he creído en ti y te agradezco el regalo.
Gracias. Y te pido que ojala pase la
navidad con mi hermano. Gracias por todo Viejito Pascuero. Muchas gracias por
el regalito, adiós. Ignacia.”
Cuántos serán los niños que
esperan que uno de esos bulliciosos carros llegué hasta sus residencias, qué
ese Viejito Pascuero, -aunque este medio
sudado- bajé y le haga entrega de un regalito y no pase de largo.
Las cartas y los carros pascueros son tradiciones, que tienen mucha importancia
para quienes están privados de la felicidad por causa de los mayores. Son verdades absolutas, el viejito existe. ¡El
viejito existe!. Así terminaba también
el texto de mi obra teatral de hace 20 años atrás. La ficción es demasiado pequeña frente a la cruda realidad.
[1] http://www.institutodechile.cl/bellasartes/web/
[2] Fondart
Nacional, 1995. Actores: Cynthia Lineros, Senén Chávez, Siboney Lo y Harold Zapata.