Dramaturgo, Psicólogo, Magister en R.R.H.H.
Miembro de la Academia Chilena de Bellas Artes
Cuando nos referirnos a un circo
para identificarlo lo llamamos por su nombre: Circo Tihany, Circo Le Soleil,
Circo Águilas Humanas… con el Circo Océano su nombre se mezcla con el inmenso
mar, con trapecistas, payasos y domadores. Nombre metafórico pero real, con
trascendencia desconocida en la historia de la Matanza de la Escuela Santa María de Iquique. En 1907, cerca, en una esquina de la escuela, se encontraba este circo que fue testigo de lo
sucedido, que cobijó a los obreros pampinos heridos por la metralla. Artistas
circenses solidarios que por las circunstancias de la vida se encontraban en el
lugar de tan lamentables hechos.
Pero un circo, es un circo desde
el tiempo de los romanos. Del Circo Océano existen las fotos testimoniales que
corroboran su presencia, los historiadores lo recuerdan. Son los artistas de la
Agrupación Circo En la Cuerda quienes lo traen a la memoria mediante el arte
teatral, dándole el valor, la vida e importancia en este hecho político-social.
Artistas que por ser parte del mundo de la entretención, generalmente son
olvidados o relegados a un segundo plano “sin importancia” en la historia oficial, pero que fueron
testigos oculares teniendo mucho que decir desde lo humano.
Recordando… fue el año 2008 cuando
la Compañía Circo En la cuerda lleva al
redondel de una carpa por vez primera el
montaje de Circo Océano, agrupándose varios artistas circenses en una
deteriorada carpa y en precarias condiciones, fue en una esquina de Héroes de
la Concepción con Diego Portales, era un sitio eriazo (Plaza Sodimac). Allí
Francisco Cuevas y Ricardo Padilla (Kanatrán) montaron esta simbiosis histórica de la
Matanza con números circenses. Como públicos estábamos sentados en cajones
diversos, con un escás de recursos que emocionaron, dándole un contexto
precario a una masacre inhumana. Ese febrero,
hace 8 años atrás, me motivé a escribir un
artículo, destacando el trabajo de poner
en valor la memoria relacionada con la vida de los obreros de la pampa. Hoy, 21 de diciembre de 2016 otra es la
realidad, el montaje de Circo Océano es financiado y reconocido por un Fondart
Nacional, con muchos recursos económicos, con capacitaciones y una dirección artística
y musical de profesionales argentinos, invitados para el proceso y para que esta
nueva puesta en escena fuera como siempre se quiso que fuera. Se dio
la ocasión, -la vida muchas veces nos da otra
oportunidad- y el trabajo ha sido con un óptimo resultado. Una carpa de buena calidad, bonita, “psicodélica”
como le han puesto, buenas graderías, buen redondel, buenos aparatos y soportes.
Hay una estética entre vintage y retro en la puesta en escena, vestuarios, elementos y
personajes creíbles. Los números circenses son acordes a la época, la música crea
la atmósfera que nos trasporta entre el ambiente nortino, los hechos
sangrientos y la alegría del circo. Se percibe la investigación, la búsqueda,
hay evidentemente una síntesis poética.
Cuevas y Padilla precursores de
“En la cuerda” y del Circo Escuela en
Tarapacá han crecido enormemente, se han perfeccionado como artistas, personas
y gestores culturales, lo que se refleja también en quienes lo secundan en el
montaje, todos confluyendo a la armonía grupal. No hay diferencias. Los rostros
involucrados en sus problemáticas, sus cuerpos trabajados y atléticos comunican y sorprenden
con acrobacias y destrezas, trasladándonos a los circos de antaño, donde
importa más la preparación física, el ensayo rutinario antes que la tecnología faramallera
del espectáculo del Siglo 21.
Circo Océano es un hecho
artístico, social e histórico, que en esta nueva versión gracias al apoyo de
fondos públicos concursable, se ha transformado en un espectáculo de
exportación.
Estoy seguro que “Circo Océano” (En la Tranca) junto a
“Coruña, la ira de los vientos” de Vera-Pinto, “La Carpa Azul” de Ward (Teatro
Viola Fénix) y “Margarita, Remolino de la pampa" (Willy Zegarra) son parte de la
comprometida y alineada dramaturgia tarapaqueña, que surge desde la tierra del
mismo Norte para retratar su propia historia pampina. Serán distintos prismas, distintos estilos, diferentes contextos y
momentos, pero habiendo un objetivo común, “presencia
para no olvidar nuestras raíces y haceres”.
Para el equipo de Circo Océano un
mar de éxitos, invitándolos a continuar perfeccionándose siempre, porque un artista no debe llegar nunca a la cima, siempre existirá un desafío superior por vencer.