sábado, junio 15, 2013

No seré la flor de un día…



En este blog guardo los recuerdos más importantes que recorren mi memoria. Tiene por objetivo ser más que “la flor de un día”, donde la  belleza y tersura fugazmente desparece y el viento se la lleva. Por esa razón, sin proponérmelo he escrito y recuperado la memoria teatral iquiqueña en  varios libros,  para que estén en las bibliotecas del país, con las historias de los teatristas iquiqueños, como la vida de don Willy Zegarra, la trayectoria del TIUN-TENOR  asociada a Guillermo Jorquera M., los rostros del Teatro Municipal,  la importancia de Jaime Torres, de Tommy Rojas, de Sonia Castillo, etc., etc., ¡Y por la que han servido, para no olvidar y estar siempre presentes!, ordenarlos, secuenciarlos para los discursos de despidas de los nuestros.

Carlos Villagra Gallardo, para mí  será difícil de olvidar por varias razones, por su humor, por su altanería, por su brillante memoria, por sus personajes y por lo lúdico, como el engañarnos hasta el final con su edad, que si no es por el cura, seguiríamos creyendo que era el menor de todos nosotros. ¡Ese si  fue un buen chiste!.

Siempre de blanco y  atento cuando se acudía por un dolorcito aquí o allá, sin cobrarnos nada y haciéndonos espacio como fuera en su copada agenda laboral como kinesiólogo. 

Lo recuerdo desde el año 1975 (lo conocía de antes) cuando actuó por primera vez en el TIUN (Teatro Iquique de la Universidad del Norte) en  Arsénico y encaje antiguo” de E. Kesselring  dirigida por Waldo Muñoz, después el 76 en “La Remolienda” de Sieveking, en “Sigue la Estrella” de Heiremans, “El Avaro” de Moliere, “El  Abanderado” de Heiremans,  el año 77 en “Plaza Suite” de Neil Simons, y en “Las Pildoritas Mágicas de la Bisabuela” de mi autoría, donde además de actuar juntos, compartimos roles con Tommy Rojas, Rosa Maria Pozo, Blanca Romero y Jaime Bonelli (el colombiano).  

Me detengo en esta obra, -la primera que escribo (1975)-  montada tres veces por el TIUN y el TENOR, posteriormente también por el TEA, donde se han dado las circunstancia que los personajes infantiles del reparto se han ido al cielo acompañando a los actores que los interpretaron: “La Mancha”, Dennis Howard (Q.E.P.D.), “Doña Leona”, Sonia Pavez (Q.E.P.D), “Conejín”, Tommy Rojas (Q.E.P.D.) y el  “Rey Ratón”, Carlos Villagra (Q.E.P.D.).  Falta aún para completar el elenco celestial “Michifuz” y “Doña Paloma”,  además  quienes hicieron la música, Teresa Lizardi (Q.E.P.D.) y Jaime Bustamante (Q.E.P.D.) también están esperándonos  y cantando junto al elenco  ¡Todos somos felices aquí en Bosque Ideal, todos somos amigos, amigos en realidad!  

Desde ese año fue el “rostro”,  no paró, fue  el protagonista de todas las obras del TENOR hasta el año 1998, donde el TENOR baja su telón con 25 años de trayectoria.

El año 2002 Carlos dicevuelvo a renacer en la tablas”, lo manifiesta en Youtube.com en un reportaje a “Las Criadas” de Jean Genet donde vuelve actuar, pero esta vez en otro contexto, otro formato.  Se notaba dolido por la desaparición del TENOR, pero fácilmente se recupera con lo lúdico y la mixtura del montaje de la Compañía Viola Fénix acompañado de  Eddie Ibar, Félix Manzo y de quien escribe, formando un equipo cohesionado con el cual junto a Ricardo Espinoza viajamos invitados a Los Temporales Teatrales de Puerto Montt, Valdivia, Ancud y otro lugares del sur.  Diría que esa fue su última obra teatral como tal, sin máscaras, representando a una de las psicóticas hermanas Papins. Un excelente papel, fuerte, compenetrado, distinto, muy distinto al teatro tradicional y naturalista al que estaba acostumbrado. Desde esta experiencia empezamos a ser  “amigos de verdad”,  a compartir la vida cotidiana, a comentar los viajes, a reírnos de las circunstancias, a querernos,  hasta encontrarnos los cuatro (Félix, Ricardo, Carlos y yo) en febrero del 2012 en Barcelona, -su último viaje-  recorriendo las ramplas, las champañerías comiendo butifarras… de ese viaje no se levantó más…

En noviembre lo fui a visitar a Antofagasta.  Pienso que  la lucidez, la última flama del fuego de su vida, permitió  a que Carlos repensara, decidiera lo que deseaba para su funeral, pensó en sus amigos, pensó en la incineración, pensó en el mar, pensó que viajáramos a Antofagasta, fue variando hasta hacerlo más fácil para sus amigos, familiares, compañeros de trabajo, compañeros teatristas, pero  no claudicó sobre los vestidos negros, los sombreros, los velos, las rosas blancas, la canción predilecta, la capilla y el rito de la octava, como la tradición aymara, con los presentes, la comida, la quema, la psicomagia, el cierre de un ciclo. 

Sin egoísmos  me comentó una vez que vida de los demás debía continuar y sobre todo la de quienes más quería, a quienes siempre protegerá, sus “niños”, Toñito y Ricardo. 
  
Así lo veo ahora después de un carrusel de emociones, como un vigía sentado al borde del escenario celestial, con un catalejo,  como “Don Mandamás” de “La cueva de las máscaras rotas”,  mirando en HD todo lo que pasa acá abajo,  para comentárselo a Fernando, a Dennis,  a Jaime, a Litto, a Daniel, a Peli,  a Pato, a Teresa, a Tommy, a Sonia, a Reinaldo quienes descansan en paz. Es su turno para que nuestro barco no naufrague y la flor siempre se riegue.