

Hay textos de Griffero que sin la experticia de un director no son nada o mejor dicho sólo son palabras de puzzle en la oscuridad de una puesta en escena.
Griffero escribe en el espacio y esa escritura ha sido apoyada por su contraparte el escenográfo (Q.E.P.D) Herbert Jonckers, el belga que por años aportó con su estética a la escena nacional y completaba la obra de Griffero. Ver, leer y sentir a Ramón Griffero no sólo es por la actuación (texto que debe ser digerido por actores comprometidos con el arte y la historia), sino con los colores, con el vestuario, con los espacios dentro de los espacios, las transparencias, los trasfondos que terminan de escribir el cuento en la escena. Las obras de Griffero son viscerales, carnales, sexuadas, políticas, rompen con lo convencional, por eso es experimental, hay otro lenguaje, otros códigos “más allá del sol” como dice un personaje de “La Morgue”.
“La Morgue 99”, fue estrenada por la Compañía Fin de Siglo en el mítico “El Trolley” de Santiago antes de la llegada de la democracia, del Informe Retting, en el año 1986, donde actores como Alfredo Castro y Verónica García Huidobro comprometidos social y políticamente aunaban esfuerzos junto al director, dramaturgo y sociólogo por aportar una respuesta al país sumido en la búsqueda de los cuerpos de sus desaparecidos, “apoyados por la iglesia”. Es indispensable en este texto y puesta en escena la imagen de la virgen patrona del ejército, la Virgen del Carmen, no ponerla en escena es no leer entre líneas.
Lo que para la mayoría es crudo, violencia y sexo, para la “Fin de siglo” y Griffero era el lenguaje diario, no era vanguardia, jamás para impedir que cierto sector del público viera su obra, esto sólo puede suceder en regiones, donde se promocionan acciones para atraer el morbo público a las salas. Error, como el no plantearse una estética. Porque para hacer una obra de Griffero es indispensable lo ético y lo estético. Hay que trabajar con un equipo multiprofesional: diseñadores de vestuario, escenográfos, historiadores, actores con experiencia de vida (no adolescentes de Educación Media), comprometidos socialmente. No es experimental tener un grupo de música en vivo que roba escena. Creo que “La Morgue” del Teatro Experimental Oxigeno, debe ingerir más oxigeno para clarificarse.
Fui con tantas expectativas por la grandilocuencia de su director “que las iba a romper con un teatro diferente” y fue más de lo mismo, sombrío y ajado, cuando se necesitaba la fuerza y la rabia del color. Creo que fue audaz poner en escena -sin recursos- puestas en escenas de autor en que se necesitan de traducciones y recursos profesionales, técnicos y financieros. Insistir en hacer publicidad a la violencia, crudeza y sexo, pienso que fue lo más fácil de decodificar para hacer “vanguardia”.
¿Qué harán los que vendrán mamá... qué harán?, le pregunta el protagonista -atado con una camisa de fuerza de plástico plateada- desde su cama metálica a su madre encerrada en una caja de vidrio en las murallas de su pieza, -mientras aparece la imagen de la Virgen del Carmen- Ella le responde “Más allá del sol yo tengo un hogar… un bello hogar… más allá del soooooool” y el escenario se baña de sangre roja que cae por las murallas verdes de la escenografía. Apagón Final
¿Qué harán los que vendrán mamá... qué harán?, le pregunta el protagonista -atado con una camisa de fuerza de plástico plateada- desde su cama metálica a su madre encerrada en una caja de vidrio en las murallas de su pieza, -mientras aparece la imagen de la Virgen del Carmen- Ella le responde “Más allá del sol yo tengo un hogar… un bello hogar… más allá del soooooool” y el escenario se baña de sangre roja que cae por las murallas verdes de la escenografía. Apagón Final