miércoles, febrero 13, 2008

Nuestras raíces teatrales...


Recordando al gran Jaime Torres

Un día me puse a pensar acerca del cómo y del porqué me había interesado por el teatro, por esa “magia evasiva” de vivir por un momento una historia, un tiempo, en un espacio distinto al aquí y al ahora diario gestáltico.

Lo descubrí sin darse cuenta, había sido mi profesor Mario Puch, profesor de la Escuela Santa María donde cursé mi Educación Primaria. Era esposo de una profesora-actriz, Elide Rodríguez que actuaba junto a Jaime Torres en la UPECH, muy cerca de la Escuela Santa María. El motivaba a sus alumnos a que fueran a ver teatro. Era un grupo de adultos, profesionales, que dirigía Cecilia Millar y lideraba Jaime Torres. Creo que vi, “La Caperucita Roja”, “El Fantasmita Pluff” y otras más. Era un mundo fantástico, tenía como nueve años.

De esa mágica experiencia, desde lejos conocía a Jaime Torres como “el lobo” o como “el príncipe”, para luego adolescente conocerlo más de cerca. Con 17 años -estando en el Liceo de Hombres- me incorporé al Grupo de Teatro que junto a su esposa Cecilia Millar dirigía en la Casa de la Cultura de la Universidad del Norte. Era el “Teatro Independiente” que tenía como actores a Tommy Rojas, Orlando Rojas, Teresa Lizardi, Lida Cruz y varios profesores más, teniendo como escenográfo a Enrique Campuzano. Todos adultos, profesionales yo sólo un “colérico” con la cabeza llena de rulos incorporándome como uno más, actuando en dos obras: “Réquiem para un Girasol” de Jorge Díaz y “La señorita Charlestón” de Armando Moock. Así conocí a Jaime. Fui su compañero de actuación, allá por 1967.

Jaime Torres Lemus ha sido el tronco del cual todos los teatristas de alguna u otra manera hemos estado relacionados a él. Guillermo Jorquera cuando niño era quien recitaba poesías antes de las funciones de teatro de Jaime. También están los que lo han conocido como profesor, colega, compañero: Iván Vera-Pinto, Sonia Castillo, Luisa Jorquera y más. Los jóvenes lo deben haber conocido como el director de la Escuela Artística de la calle Amunategui –o la cerca del Hospital- en la cual alguna vez fueron a aprender teatro, música, folclor o pintura.

La Academia de Experimentación Teatral, que luego pasó a llamarse “Teatro Independiente” de la Unión de Profesores, UPECH preparaban obras para adultos de dos o tres actos, pero su objetivo principal cuenta Jaime, fue preparar obras para llevar el teatro a las escuelas y a los pueblos, obras como: “A mi me lo contaron” de Lucho Cordoba, “Nadie puede saberlo”, etc. “por esos años no había en la ciudad otros grupos, salvo las presentaciones aisladas del grupo PELPE, grupo teatral de la Liga de Estudiantes, de muy corta duración, que estaba conformado por estudiantes de Humanidades”.

Como Teatro Independiente se mantuvo hasta el año 1972, paralelo a él, Jaime Torres y Cecilia Millar forman la “Agrupación Teatral Iquique”, siendo apoyados por el Comité de Recreación de la Digeder, que dirigía su amigo Luis Taboada. Pero al desaparecer el Canal Recreativo, la Agrupación Teatral realiza esporádicos trabajos, "además la presión del Gobierno Militar hacia nosotros y a la familia nos hacen entrar nuevamente en una etapa de receso teatral y de silencio auto impuesto, la idea era no hacerse notar”, recuerda Torres.

Para el año 1983, junto a su esposa y a los profesores Elisa Mendoza y Guillermo Cruz forman la “Compañía de Teatro Iquique”, salen del silencio y montan las obras, “Los de mesa 10” del argentino Osvaldo Dragún, “El hombre que se convirtió en perro”, “Un hombre llamado Isla” y otras más, haciendo presentaciones en distintos lugares por no tener un local estable.

Este deambular sin casa propia hace que en el año 1974 se incorpore al TIUN, Teatro Iquique de la Universidad del Norte dirigido por Guillermo Jorquera actuando en la primera obra de esta compañía, “Cuento de Verano”, de Alejandro Casona. Posteriormente desde el año 1984 hasta 1989 colabora también con el Teatro Expresión de la Universidad Arturo Prat. Dirigido por Iván Vera-Pinto actúa en “La Niña Madre” de Egon Wolf, “El rey se muere”, ”Lazarillo de Tormes” y otras más. A comienzos de los años 90 los Torres le colaboran a Bernardo Guerrero en la ONG CREAR organizando tres Festivales Regionales de Teatro. Para los 100 años de la Protectora de Empleados, monta “Santa María del Salitre", de Sergio Arraú, donde una gran cantidad de actores locales le colaboran en la puesta en escena. Posteriormente en el año 1991 se reincorpora a trabajar con Jorquera en el TENOR en la obra “ “No hay que llorar” de Roberto Cossa.

Diría sin equivocarme que todos los artistas iquiqueños de alguna u otra manera han estado relacionados con éste Jaime que ha liderado grupos artísticos, agrupaciones gremiales, que ha sido maestro de ceremonias y que jubiló siendo director de la Escuela Placido Villaroel. Hoy Jaime está presente, enfermo, siendo sus últimas tareas en la Academia de Danzas "ERA” y ausente en el “Centenario”.

Con una trayectoria de más de 50 años dedicados a la actividad teatral los Torres-Millar ven apagar la lucecita de la tablas en Jaime a quién la enfermedad lo tiene imposibilitado de hacer lo que más le gusta. “Para nosotros el teatro es vida” , me dijo con lágrimas en los ojos hace 18 años atrás en esa tertulia* que sirvió para escribir la historia del teatro local, donde su experiencia de vida ya está registrada para futuras generaciones.

Los teatristas iquiqueños hemos tenido una buena sombra para cobijarnos, ha sido un roble firme y frondoso. Jaime por siempre, ¡Salud!

* "Tres décadas de teatro y un sainete". Ediciones Campus, 1995 (Biblioteca UNAP, Iquique.)
Foto 1: Foto archivo Teatro TIUN,1974
Foto 2: Archivo familia Torres-Millar
Foto 3: Fotógrafa Vania Fernandez, junio 2008