viernes, noviembre 24, 2006

El color del cielo

La Ley Electoral fija reglas acerca de la contaminación y de la obstrucción visual que la publicidad política puede ocasionar para el entorno y la ecología. También de igual manera, por el respeto y el buen dormir de los vecinos, la contaminación acústica esta regulada y se determina hasta que hora pueden sonar fuertes los parlantes o las fiestas de locales o casas en las horas nocturnas. ¿Pero quién ha regulado el cableado del cielo?.

Al bajar desde lo alto de Iquique por calle Pedro Prado hacia el mar, las calles son verdaderos túneles de cables: eléctricos, Internet, TV. Cable, teléfonos. Son varias las compañías de ofrecen estos servicios. Los clientes cambian de servidores y estos cables permanecen aún ahí cuando ya no se necesitan y se van juntando con el tiempo, y el tiempo pasa y la maraña ya se ha hecho increíble. Desde los segundos pisos de las casas, al abrir las ventanas, son cantidades enormes de cables que van y vienen, desordenados, sucios, negros. Algunos son nidos de pájaros, otros guardan aún la historia política del Si y del No.

Y así… éste cielo que tenemos de techo es como una gran araña sobre nuestra cabeza. Es muy feo. En otras ciudades y no tan lejanas a la nuestra todo el cable va por tierra y que bueno es siempre tener “un cable a tierra”, eso nos hace estar conscientes de nuestra realidad y estar conectado con el aquí y el ahora.

Pienso que el tener tanta energía enmarañada sobre nuestra cabeza, dispersa, al lote, nos influye de cierta manera y nos hace vivir a “la tonta y a loca”, con nada definido, con el “choque” de fuerzas evidente, con ese salir disparado sin rumbo, “caiga a quién caiga”. Me preocupan esos túneles que cada vez se ponen más oscuros y negros, me preocupan esos cables que cada vez son más gruesos y nos impiden mirar el cielo. Menos mal que aún los cables no cruzan los cielos del mar. Por lo menos los concretos, esos que vemos con nuestros ojos. Porque lo satelital… nos cubre con una malla virtual desde hace tiempo, pero no nos damos cuenta, no tiene color, ni forma, ya que así debe ser un buen espía, sutil, desapercibido, global. ¿Quién se atreverá a envenenarlo?