Ayer fuí útil, hoy pieza de museo. Ayer fuí bella, hoy ni la estela.Del glorioso pasado queda el adobe desmoronándose pedazo a pedazo.
Inscrutadas brillantinas de la modernidad, luz eléctrica y cerraduras que han cambiado
la protección y el ciudado por quien puede hacer daño.
Pero más que un otro cercano y humano, es el propio tiempo que enmohece
y oxida los fierros, destruye, abandona a la interperie.
Es el viento, la chuzca, la camanchaca, que marca el presente de un útil pasado,
nos cobija y transporta a pueblos silentes, cercanos.

