
Al llegar al jardín lleno de globos y serpentinas, desfilaban frente a él los Batman, los Robín, los Superman, los Hombres Arañas... Era una linda fiesta de solo súper héroes.
El corrió al baño y encerrado lloró su pena, su vergüenza, su frustración infantil y sacando fuerzas de donde no tenía -quizás desde esos débiles cinco años- tomó una toalla que allí había, se la puso de capa en su espalda, con el papel higiénico se hizo unas muñequeras. Entonces tomó fuerzas, secó sus lágrimas, estiro sus brazos como si fuera a volar y salió corriendo del baño, gritando: ¡Adelante, adelante súper héroes porque aquí llegó el “Súper Payaso Cósmico”!.
Todos quedaron maravillados y como era él distinto a los demás lo eligieron rey de la fiesta y capitán de todos los súper héroes. Dicen por ahí, los que recuerdan ésta historia, que a las tías del jardín no les quedó otra cosa que enrollarle a todos los niños papel en sus muñecas, ya que todos querían las mismas muñequeras del “Super Payaso Cósmico”. Cuando hay muchos super héroes hay que tener cuidado de que no pisarse la capa, ¿verdad?