sábado, julio 18, 2009

La contadora de películas

El contador de historias, sería el titulo para un artículo que hablara sobre Hernán Rivera Letelier, escritor que se autodescubre adulto, que se sitúa en un contexto que le da fama y dividendos, pero que ni tonto incursiona en otros. Si la pampa y la época del salitre siempre llaman la atención. A muchos ya le parece el cuento repetido, la misma chaqueta de cuero, las mismas arrugas y la rulada cabellera e incluso ya hay un prejuicio sobre su obra, “más de lo mismo”. Con toda esta carga de información, luego de ver varios de sus libros llevados a la escena, asistir a conferencias, etc. compré su último trabajo en un mall de Antofagasta donde lo estaba autografiando. Era el lanzamiento oficial de “La contadora de películas(1), un cuento corto, que se lee en una hora y media y para quienes somos nortinos tiene la peculariedad de transportarte en el tiempo, sobre todo cuando uno es cincuentón.

María Margarita tiene la misma habilidad de Hernán Rivera, contarte el cuento con tanta verdad que vivencias los espacios, ves a la familia, sientes la soledad del desierto y la influencia cultural de la televisión que desplaza al cine -como antes, en época de crisis salitrera, el cine (biógrafo) desplazó a las variedades (teatro). Se repite un hecho, la introducción de la tecnología -sea cine o televisión- en un poblado, pequeño, solitario en que la tecnología produce enormes cambios culturales. El telón de fondo es una oficina salitrera en sus últimos estertores hasta transformarse en museo de sitio, con una María Margarita adaptada a la globalización, sola, en la entrada de la ex oficina, ahora sitio histórico, vendiendo souvenires. Ahí fue donde la emoción me embargó de maneras. Me acorde de la señora que está en la portería de ex oficina Humberstone quien un día fue a mi oficina para que le regalará un ejemplar de La Carpa Azul, “se que usted escribió una obra de teatro sobre el teatro y los artistas de la pampa y me gustaría leer su libro para contarles a los turistas que viene a visitar Humberstone que aquí se hacía arte también”.

¿Sería ella la María Margarita de Hernán Rivera, esa niña histriónica que sabía tan bien contar las películas que veía en el cine de la pampa?, ¿Será esta la María Margarita que se hizo mujer a la fuerza y se quedó sin gracia cuando la televisión invadió nuestros hogar y nos transformó en antisociales?. El trabajo de este escritor nortino es mucho más que el mismo contexto, ahonda en el ser humano, va de la anécdota cotidiana, del recuerdo chauvinista, a desatar emociones desperdigadas en el tiempo.

Hay que leer esta nueva producción, que muy bien puede ser el guión para un montaje teatral o para un audiovisual. Es redondita. "Al fondo de ese gran telón atardecido veo alejarse a mi padre en su sillón de ruedas, veo alejarse a mis hermanos, uno a uno, a mi madre con sus pañuelos de seda al viento. Los veo irse como se fueron los habitantes de la Oficina, los veo disiparse en el horizonte como un espejismo, mientras la música se va apagando poco a poco y por sobre sus siluetas emerge, rotunda, fatal, la palabra que nadie en la vida quiere leer: FIN"

(1)Editorial Alfaguara, mayo 2009