Siendo desconocido en la ciudad, más  aún en el ámbito de la cultura por donde  emprendía el camino a darse a conocer, todo se derrumbó. Los artístas poco a poco lo estabamos conociendo, pero la suerte del destino quizó que de un golpe y porrazo todo el mundo lo conociera por su condorazo. Uno nunca sabe cuanto el hombre demora en conocerse asi mismo y que los demás lo conozcan. Duró... como la flor de un día.
La foto en absoluto corresponde a la realidad, ¡Puta la payasá!