lunes, agosto 21, 2006

¿Cómo se construye la homofobia?

por Daniel Borrillo
Investigador y profesor de Derecho Privado en la Universidad de París.
Texto parte de la introducción del libro
"Homofobia", de Daniel Borrillo , Edicions Bellaterra, Barcelona, 2001
El 17 de mayo de 1990 la OMS, Organización Mundial de la Salud suprimió la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales. Por este motivo se está iniciando una campaña para que conseguir que esta fecha sea elegida como día mundial contra la homofobia y transfobia.

La homofobia es la actitud hostil respecto a los homosexuales, hombres y mujeres. Parece ser que el término fue utilizado por primera vez en Estados Unidos, en 1971, pero hasta finales de los años ochenta no apareció en los diccionarios franceses. Para Le Nouveau Petit Robert, homófobo es el que manifiesta aversión hacia los homosexuales, y para el Petit Larousse, la homofobia es el rechazo de la homosexualidad, la hostilidad sistemática respecto a los homosexuales. Pero aunque efectivamente el componente primordial de la homofobia es la repulsa irracional, incluso el odio, hacia gays y lesbianas, no puede ser reducida sólo a eso.
La homofobia es un fenómeno complejo y variado que se adivina en las bromas vulgares que ridiculizan al afeminado, pero que también puede revestir formas más brutales, que lleguen a la voluntad de exterminación del otro, del homosexual, como fue el caso de la Alemania nazi. La homofobia, como toda forma de exclusión, no se limita a constatar una diferencia: la interpreta y extrae conclusiones materiales.
Así, si el homosexual es culpable del pecado, su condena moral aparece como necesaria y la purificación por el fuego inquisitorial fue su consecuencia lógica. Si es asimilado al criminal, su lugar natural resulta ser, en el mejor de los casos, el ostracismo y, en el peor, la pena capital, como aún sucede en algunos países. Si se le considera un enfermo, es objeto de la atención médica y debe sufrir las terapias que la ciencia le ordene, especialmente los electroshocks, utilizados en Occidente hasta los años sesenta.
Si las formas más sutiles de homofobia pregonan una cierta tolerancia hacia gays y lesbianas, no es más que a condición de atribuirles un lugar marginal y silencioso, el de una sexualidad considerada como inacabada o secundaria. Aceptada en la esfera íntima de la vida privada, la homosexualidad resulta insoportable cuando reivindica públicamente la equivalencia con la heterosexualidad.