La objetividad total al escribir literatura, dramaturgia,
guiones, poesía es imposible. Desde lo más recóndito de
nuestro ser se escapa algún detalle autobiográfico, aparece algo del
autor que lo transporta a la subjetividad, afloran sus valores, principios,
experiencias de vida, etc. en definitiva siempre habrá algo de uno:
miedos, temores, placeres, ansiedades que tiñen a alguno de los personajes de
esas historias.
Pienso que los Simpson en los jóvenes influyen de manera
importante, son personajes con anti valores, vulgares, irreverentes, bizarros, aun
así nadie reclama que se les pase en la televisión día a día y a cada
hora… “una madre no puede dejar como niñera a la televisión con programas
de tal envergadura” decía el otro día una colega psicóloga
infantil. Pero desde mi observación psicoteatral replico que una
madre que recién empieza a criar, que es sensible, que abre los ojos a esa
realidad, no desea un niño de escritorio, se revela y lo retrata desde la
dramaturgia, como lo ha hecho Andrea Pizarro, a través de la puesta
en escena de la obra “El Niño de Escritorio” montada por la Compañía de Teatro
Akana en Iquique. Esta es una obra que pone en evidencia el desamparo de
los hijos, la irresponsabilidad de los padres, que nos asusta al tener a la
“soledad” como única compañía, porque hasta al perro lo patean.
Akana Teatro con su proyecto Fondart 2013 lleva a escena una obra
netamente de autor, de contrapuntos, “una historia para armar en casa”,
principios, valores, amor por la naturaleza hilvanados con una verborrea
bizarra y maldita, enfrentándonos al gran desafío de criar bien, en armonía, de
hogar, de amor, de paz.
Andrea
y Eduardo González, ambos actores, recién son padres y se la han jugado con
este nuevo montaje, creativo y lleno de simbolismos que evidencia que es lo que
no quieren para su pequeño Darío. El uso de la tecnología que
satura la escenografía que no existe, es virtual, la iluminación que da luz a
las escenas solo es del datashow, la música en vivo y la voz matizada
como pensamiento-dialogo te va creando una atmósfera distinta a la magia
colorida y de ritmos de las lúdicas obras infantiles… en verdad esta obra
va más allá de los niños, va dirigida a los padres, a las familias, a la
sociedad del Siglo 21.
Es un excelente trabajo de exposición desde lo técnico a lo
actoral, que hay que ir a ver, para disfrutar del avance de los Akanas en sus
propuestas y para quedarnos pensando ¿fuimos criados desde el escritorio o queremos hacerlo así por qué
es más fácil?.