viernes, febrero 25, 2011

El rostro visible del teatro local

La identidad y la propuesta sujeta al espacio propio.

Lamentablemente y con la camiseta puesta puedo decir que volver a los años de las grandes producciones del teatro TENOR, financiado por la CORMUDESI de los años 80-90 es irreversible. Agrupación teatral que formó escuela, dirigido por Guillermo Jorquera, un elenco de primer nivel y obras de trascendencia y de cartelera a nivel nacional. Marcó una época en que todos los iquiqueños recuerdan como el garage de calle Sotomayor se transformaba con escenografías, vestuarios y fornidas actuaciones de Carlos Villagra, Sonia Castillo y Lito Zuñiga. Pero eso ya pasó a la historia, está en las Crónicas Teatrales, 25 años del TENOR.

Hoy nuestro teatro local del siglo 21, es más rápido, de autofinanciamiento, de propuestas personales, de dramaturgia del propio director, que muchas veces carecen de hilo conductor o de una estructura dramática o simplemente son autorreflexiones muy, muy personales que sólo quien monta su propuesta entiende y se auto felicita, que nacen y mueren, con actores sin ninguna experiencia, otros la formación “universitaria” la tienen, pero la experiencia les cobra la cuenta o los engolosina, otras sustentadas en el histrionismo innato de los actores pero donde la dirección es bizarra, naif o sencillamente no existe o no se sabe que es.

Tres grupos son nuestra imagen de exportación del teatro iquiqueño, y me refiero a ellos sólo por tener espacios propios que los identifican físicamente con un lugar para sus presentaciones, hay otros si, aparecen esporádicamente, pero deambulan y mutan constantemente. El primero de los tres es Akana Teatro con su sala de té-atro en calle Ramírez que se ha preocupado de consolidar un estilo, ser consecuentes y permanecer en el tiempo con propuestas propias de café-concert, incorporando la música y destacándose por la preocupación de las puestas en escena: vestuario, maquillaje, escenografía, audiovisuales con una unidad de estilo, que marcan una estética, por lo tanto –guste o no el estilo- se nota profesionalismo, consecuencia y permanencia en el tiempo y espacio logrando que en menos de un año la comunidad ya los identifique. El segundo es el Teatro Humberstone, para mí un fenómeno sociológico, con un público cautivo por más de 8 años sin interrupciones, con propuestas diferentes todos los viernes del año. Propuestas simples, de corte directo y popular que a veces deslinda en lo procaz, pero que tiene seguidores y que sirve de catarsis al público debido a que incorporan temas y personajes locales. A veces es una acida critica social, otras una interminable improvisación que se escapa de los cánones normales del concepto de dramaturgia. En su espacio de los Estibadores Marítimos cedido en comodato han logrado mediante el Fondart, 2% de Cultura del GORE y de los Fondos de Cultura del Municipio mejorar la sala, las sillas, iluminación, etc. , por supuesto que este grupo tiene muchos detractores en especial de sus propios pares, pero también es parte de nuestra imagen. Y finalmente la última agrupación teatral que tiene espacio propio, elemento para mi fundamental que asienta y echa raíces, por tanto otorga identidad y territorio, es el Teatro Expresión, tiene la Sala Veteranos del 79, única agrupación en Iquique financiada por una institución, la Universidad Arturo Prat, debe responder a las políticas culturales propias de ella, manteniendo por treinta años la misma mano en la dirección de sus propuestas, con mínimas variaciones que lo identifican como un teatro perenne. Aún tratando de innovar también la mano influye en la imagen.

Este es el rostro visible del teatro iquiqueño del siglo 21, fácil de encontrarlo para quienes dicen que en Iquique no hay “cultura”, estas tres agrupaciones tiene dirección y cartelera en calle Ramírez, San Martín o Zeggers. La valoración sobre “calidad” es muy personal y volver al pasado, es sólo chauvinismo, lo que hay que pensar es ¿con este presente cuál es el futuro del teatro local?.