sábado, agosto 18, 2007

¿La hija del alcalde o la ira del teatro?



La denuncia social por medio del teatro viene desde los antiguos juglares que se burlaban de sus patrones en las plazas públicas. El mismo Moliere criticó a la nobleza y a la iglesia de su época por su doble estandar a través de la sátira y del humor. Como de igual manera lo hicieron los sainetes del 1900, que con lo grotesco y caricaturesco develaban y denunciaban el abuso de poder de las castas sociales. Hoy nos encontramos en este Iquique polarizado, entre los soristas, concertacionistas, antisoristas, derechistas, aliancistas, comunistas, etc., con la opción de identidad tomada por la Compañía de Teatro Humberstone (Sala Estibadores Maritimos), de escribir y montar una obra -con un éxito de público increíble- sobre la "realidad sociopolítica" local.
Hace tiempo (2002) que ésta compañía ha jugado con la realidad social, el doble estandar de los chilenos, ha criticado nuestra idiosincracia. Así día a día tienen más público que va a pasar un rato agradable riendose de lo que conoce. Seguro es que los comentarios irán creciendo ya que nadie en Iquique se ha atrevido a reirse descaradamente de una autoridad.
Basada en la vida y obra del alcalde "George" y su "maquiavelica" esposa e hijos. Juan Carlos Morfi es quien escribe, dirige e interpreta al "Señor Alcalde", un gordo señor, con enormes cejas, medio cojo y con pantuflas de chancho. Una personalidad megalomana, que bordea entre lo mafioso y lo siquíatrico además de llevar una doble vida. Así se va entramando la historia de personajes conocidos por los iquiqueños, lugares comunes y una disco gay "Neurona", donde George tiene a su amor oculto, un travesti llamado Debora a quien su hija presenta como "varón" para tapar su embarazo... comedia de equivocaciones.
La sala teatro (San Martin #344, frente del Banco Estado) que ha sido remosada gracias a dos Fondart ganados por Morfi, se inunda de risa cuando el propio "director Morfi", un personaje casi gay interpretado por otro actor de la Cía, va a solicitarle una subvención al señor alcalde -quizás éste fue el encuentro real que motivó la escritura del texto (?)-. La obra como juego teatral que tiene como técnica principal de actuación la improvización (centrada en un guión) sustentado en un personaje pibote, al no estar bien manejada por todos los actores del elenco traban y lentifican su ritmo, que por lo conocido, arriesgado y mordaz del diálogo debiera ser delirante y ágil (dura 2 horas), pero igual uno se "mata" de la risa por la desfachatez y audacia del Morfi.
Creo que como "propuesta teatral" han dado con el palo al gato con "La hija del alcalde" y es evidente que cuando la temática de la obra, la parodia social llegue a oídos de los involucrados (la intendenta, la alcaldeza, los sorias, Julio Cámara, los Buccioni, etc.) , se acrecentará la ira de los vientos. En su blog plantean que "están espectantes en cada función, ¿vendrá el señor?, ¿nos harán una demanda?". Si no se corre el riesgo no se cruza el río, e invertir en cultura es un riesgo. ¿Se corre o no se corre?.